Durante la visita al pueblo abandonado de El Membrillo nos acercamos al cauce del Río Tinto y pudimos comprobar una vez más el colorido y textura de sus tierras. Fue todo un regalo para la vista.
Recuerdo que siempre imaginaba lo que veía como si fuera una fotografía, pero cuando realmente la hacía, ésta no devolvía la imagen que yo tenía en mi mente, sino simplemente una imagen. Ahora tengo la oportunidad de poder transmitir lo que realmente veo gracias a Fran Medina, quien ha sabido transmitirme parte de sus conocimientos, y a mi gran amigo Julián, con el que día a día voy educando mi forma de ver y hacer ver a los demás lo que me rodea.
sábado, 21 de noviembre de 2015
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